El “Coro de Madrigalistas” de Bellas Artes ofrece grandioso recital con Horacio Franco como director huésped

rescate que hacen de los madrigales, sino porque cuando el grupo ofreció anoche el Kyrie-Gloria-Credo de la Misa Mi-mi, de Ockeghem, con la dirección de Horacio Franco, se convirtió en una sola, grandiosa y monumental expresión musical.

Como parte de la Segunda Temporada del presente año, el Coro de Madrigalistas de Bellas Artes, se presentó en el auditorio de la Biblioteca Vasconcelos. Eligieron a tres autores además del ya citado, Claudio Monteverdi, de quien interpretaron los madrigales de Selva morale ed spirituale, y los del Libro VIII, Madrigali guerrieri et amorosi; Marc Antoine Charpentier (1645-1705), con la pieza O Sacrum Convivium y de Johann Sebastian Bach (1685-1750), Singet dem herrn ein neues lied BWV 225.

Carismático, apasionado, arriesgado, conocedor, en suma un músico de genio, Horacio Franco, quien comenzó su carrera como director y fundador del ensamble vocal e instrumental Capella Cervantina, con la que realizó varias giras internacionales, retomó su papel de director — solemos verlo como solista de flauta— para estar frente a un conjunto, que quizá sin que se lo proponga, su sola presencia en el escenario impone. Claro, lo logra precisamente por su preparación, por su lealtad hacia un repertorio de especialistas y por la seguridad con la que expresan su arte.

El tejido polifónico del Coro de Madrigalistas fue cincelado por el maestro Franco para ofrecer un continuo desahogo lírico y alcanzar el carácter de simultaneidad de voces cuyo resultado fue una edificación vocal organizada y melódica.  Antes de dirigir cada una de las obras, Horacio Franco comentaba brevemente el contenido y le pedía al público que siguiera la lectura de las piezas en el programa de mano.

Relató que en las obras de Monteverdi  existe una polifonía a menudo adornada, con lo que concede a la voz una gran independencia. Los cantantes estuvieron acompañados también por colegas que supieron, dialogar a la perfección con las voces: Roberto Rivadeneira y Eduardo Espinosa, violines barrocos, Eric Owen Aguilar, violonchelo barroco y Héctor Cruz, clavecín y órgano.

Fundado en 1938 por Luis Sandi con la finalidad de difundir la música coral en todas sus manifestaciones, objetivo que se ha cumplido en sus setenta años de actividades, los 27 integrantes del Coro de Madrigalistas consiguen realzar con su arte, —donde la música se convierte en una sierva de la poesía— sus menores matices expresivos y recuperar la pureza de líneas que caracterizan el arte de esos tiempos.

Como bien lo expresó Horacio Franco, el ideal común del grupo y de su director, es que la poesía cantada y la música, sigan persiguiendo el ideal,  de conmover y calmar las pasiones, facultad inherente de la polifonía vocal.
PRZ

Fuente: (CONACULTA)

 

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