Joaquín Capilla, el más grande deportista olímpico mexicano de todos los tiempos

deportista olímpico en la historia de nuestro país, Joaquín Capilla murió el pasado 8 de mayo a causa de un paro cardiaco en su departamento al lado de su esposa Carmelita. A pesar de los reconocimientos oficiales de los que fue objeto en sus últimos años, creo que todos se quedaron cortos al lado de su trascendencia deportiva.

Su curriculum deportivo es impresionante. Ganó todas las competencias nacionales  e internacionales en trampolín de 3 metros y plataforma de 10 metros en donde se paró. Se coronó en Juegos Centroamericanos, Panamericanos, torneos a nivel regional y sobre todo, logró el sueño de todo atleta, competir representando a México en unos Juegos Olímpicos.

Ahí, consiguió cuatro medallas: dos de bronce en Londres 1948, una de plata en Helsinki 1952 y una de oro en Melbourne 1956. Esto es algo que ningún otro mexicano ha podido igualar desde aquella fechas. Pero algo pasó que no permitió que estos triunfos se convirtieran en un referente del deporte mexicano, muy pocos saben de estos logros y sólo algunos reconocen a Capilla como un atleta histórico.

Tuve la fortuna de conocer al señor Capilla en persona y platicar con él algunas veces. Siempre amable y platicador, era un gran ser humano que desgraciadamente gran parte de su vida se la pasó sumido en la oscuridad del alcoholismo y en las graves consecuencias que provoca esta enfermedad.

Después de ser la figura del momento, de convertirse en estrella de cine al lado de Germán Valdez “Tin Tan”, de ser recibido infinidad de veces en la casa presidencial y de convivir con las máximas figuras de la época de oro del cine mexicano, terminó en la miseria total, olvidado por todo ellos que lo alababan y sobre todo por el pueblo mexicano.

Soñaba con ser el abanderado en los Juegos Olímpicos de México 68 y ni siquiera los invitaron a la inauguración. Pedía trabajo a las autoridades deportivas de nuestro país y nadie le hacía caso. Su imagen se volvió un “peligro para la juventud mexicana” -como él mismo lo decía- y su vida estaba en un tobogán que descendía a una velocidad impresionante.

Y todo lo anterior como consecuencia de sus actos provocados por el alcohol. A pesar de ser siempre una persona amable, en sus palabras se podía sentir mucha tristeza cada vez que platicaba de su vida. Ahora lo recuerdo sentado en la sala de su departamento platicando qué fue lo que sintió cuando en los Juegos de Melbourne el sonido lo nombró como el ganador de la competencia y siempre terminaba sus recuerdos con la frase: “fue una cosa muy bonita”.

Cada vez que tenía oportunidad agradecía a los periodistas que le llamaban o que le solicitaban una entrevista, porque decía que eso le llenaba de mucho orgullo después de que había estado olvidado por tanto años. Tal vez todo esto fue lo que no permitió que Capilla se convirtiera en un ídolo nacional, o quizá los clavados no tenían el arraigo necesario en la sociedad así como el box o el futbol; o simplemente fue un adelantado a su tiempo.

Creo que su logro más grande fue haber conseguido rehacer su vida después de estar prácticamente en la calle y viviendo el infierno de la miseria y la soledad. Fue el mejor del mundo cuando se tiraba desde una plataforma de 10 metros de altura, pero le costó mucho sufrimiento poder dominar al alcohol.

Es el más grande deportista olímpico de México y paradójicamente, nadie se lo reconocía. Justo unos mese antes de su muerte, fue ganador del Premio Nacional del Deporte 2009 y con  esto consagró su historia deportiva al cerrar el círculo que le faltaba, ser nombrado oficialmente el mejor clavadista de la historia de México y el único en lograr 4 medallas olímpicas.

Se fue pues Joaquín Capilla, un hombre que en su momento fue un genio y que revolucionó el mundo de los clavados. Pero también un ser humano, que como otros tantos, no pudo dominar al enemigo que se esconde en las botellas de vino y que casi termina con su vida física y emocional.

Una gran pérdida para el deporte mexicano y sobre todo, una gran tristeza para la gente que tuvimos la fortuna de conocerlo repuesto y sano… ¡Descanse en paz el atleta más grande de la historia deportiva de México!

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