China y su calzado

POR LA ESPIRAL
*Claudia Luna Palencia

-China y su calzado
-De México a la UE
-Una industria en quiebra

    A nivel mundial, para contrarrestar el embate chino hace falta echar mano de una muralla de aranceles, políticas proteccionistas, reforzamiento de aduanas y fiscalización del contrabando.
China se sabe todas las estrategias para que  nadie le gane la carrera en el comercio mundial, Alemania aprendió la lección demasiado tarde cuando  en 2007 el gigante rojo lo desbancó de su sitio de los mayores exportadores del mundo.
Nos guste o no cada vez más los productos chinos son un referente de mercado por cuanto costos de producción y precios para el consumidor, la calidad siempre es cuestionada, sin embargo,  hay una gran masa cuyas decisiones de compra penden más del precio que de la calidad y es allí donde muchos productores salen perdiendo, simplemente no pueden competir contra lo chino.
    México por ejemplo ha resentido la competencia de las mercancías chinas tanto en el mercado estadounidense como en el mercado local.
    Muchos productores nacionales han quebrado, sucumbiendo su actividad, desarmados para contrarrestar la competencia que la importación de productos chinos implica en sectores como el del juguete, textil, calzado, aparatos eléctricos, videos y modulares, etc.
    Por ende, no es gratuito que industrias como la del juguete haya reducido a tal grado cuya existencia peligra en el futuro en México porque además los propios adelantos tecnológicos han calado hondo en los niños que prefieren una Wii, PlayStation, Nintendo o PSP a los juguetes tradicionales.
    Pero también hay otros sectores en crisis, el del calzado es uno de ellos, los fabricantes en entidades como Guanajuato requieren de un programa especial para resistir la competencia del calzado made in China y fortalecerse en aras de superar la competencia.
    Las familias que en León, Guanajuato crearon talleres fabriles para vivir del calzado y lo colocan en las ferias de la región y luego en otras entidades del país, enfrentan todo tipo de dificultades para subsistir de la producción y venta del calzado local y no es un problema de que la piel sea mala, sino de la competencia del calzado chino con zapatos de 30 o 40 pesos de imitación piel.
    Los mexicanos debemos reflexionar muy bien de qué forma estamos apoyando a nuestra plataforma productiva, muchos de ellos son micros, pequeños y medianos productores el principal foco de  trabajo en el país.
    Salvo por los alimentos, la mayoría de los artículos que tenemos en casa, incluyendo la ropa provienen de un país asiático, principalmente de China. ¿En dónde está la producción mexicana? ¿De qué forma apoyamos a los consumidores locales?
En razón de  la balanza comercial, los defensores del libre comercio y la postura exportadora  tendrán de sobra justificaciones numéricas. En términos de la economía interna, ¿qué tan bueno es abaratar la producción para colocar los artículos fabricados en la mesa de un consumidor extranjero, generalmente estadounidense, y descuidar al consumidor local arrojado prácticamente a comprar productos importados?
El comercio internacional va más allá de una ecuación de términos de intercambio, de lo que produce A y lo que produce B, en tiempo, costos, ventajas naturales, geográficas, productivas, etc. Estamos abusando del liberalismo comercial cayendo en un libertinaje dañino para la planta productiva nacional, desprotegida por las políticas rectoras del gobierno, atrapada para seguir compitiendo en el mercado exportador y condenado a comprar todo lo que viene de afuera.
De China, algunos analistas escriben aduciendo que México no debe temerle,  concuerdo en la búsqueda de alianzas e intercambios unos que por cierto no llegan con la magnitud y celeridad deseada, no con los basamentos para sacarle provecho al acuerdo. Insisto miremos a Brasil.
Al gigante asiático hay que respetarlo y desafiarlo, contrarrestándolo vía un marco arancelario antidumping (poner tarifas hasta que se nivele el precio del producto de importación con su similar mexicano) y una lucha agresiva para reducir y frenar el contrabando.
Los productos chinos han ocasionado grandes males y trastornos a la economía mexicana, propiciados por ese descuido de la política comercial obsesionada por exportar dejando al consumidor nacional a merced de lo barato extranjero,  que no es siempre lo mejor.
GALIMATÍAS
La Unión Europea (UE) tiene como premisa consumir lo hecho en casa y absorber una parte de importaciones a manera de cupos. Precisamente comienza a prevenir la invasión china antes de que sea demasiado tarde.
Hace un par de años,  la Comisaría de Comercio de la UE, con sede en Bruselas, Bélgica, anunció que China pagaría durante dos años un  arancel del 16.5% a los zapatos provenientes de ambos países para reducir el dumping. Además los 25 países miembros de la UE aprobaron fijar un arancel en las importaciones de calzado vietnamita del 10 por ciento.
La razón  comunitaria es muy clara: proteger el calzado de cuero fabricado en España, Portugal, Francia y otros países mediterráneos.
En el caso de la UE para el calzado importado de China son aranceles compensatorios menores al 17 por ciento.
En México, recuerdo que en tiempos de José Ángel Gurría al frente de Bancomext, lo más arriesgado para frenar el dumping fue un arancel del 3000% a los juguetes chinos.
Con todo y lo exorbitante que suena,  la decisión fue conservadora para una industria juguetera que exigía al menos aranceles compensatorios cercanos al 10000% para nivelar los precios de los juguetes chinos importados con los nacionales.
SERPIENTES Y ESCALERAS
En 2005, China se convirtió en la tercera mayor potencia importadora y exportadora de mercancías del comercio mundial. En 2007 desbancó a Alemania y amenaza a Estados Unidos con quitarle el cetro.
    También la pelea de China con Estados Unidos sucede en el terreno de Iberoamérica. En los nueve primeros meses de 2008, China incrementó 52% sus exportaciones a Iberoamérica.
    De forma coloquial se habla de “otra forma de hacer las Américas” desde la visión asiática donde lo que prima es competir con bajísimos costos y precios, dejando de lado la calidad. Y sobre todo colocar sus mercancías en los países a como dé lugar, sin importar los términos de competencia ni las reglas del juego, de lo que se trata es de vender.
*Economista y columnista especializada. Es candidato a doctor por la Universidad de Alcalá, tiene dos libros publicados y participa en distintos foros de radio y televisión con opiniones sobre educación financiera, economía y finanzas personales.  Puede contactarla en: claulunpalencia@yahoo.com

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