Cuentistas en la FIL de Guadalajara: un espacio para la imaginación con los escritores Rodrigo Rey-Rosa, Marcelo Birmajer, Fernando Ampuero y Beatriz Bracher

Dichos invitados se dieron cita para hacer una lectura de algunos textos propios y para conversar al respecto del género del cuento. Marina Perezagua, ganadora del Premio Sor Juana Inés de la Cruz 2016 y que fungió como moderadora, rindió un homenaje al escritor Ignacio Padilla, fallecido hace unos meses y quien fuera coordinador del encuentro en cinco ocasiones, leyendo cinco sentencias y un cuento de Padilla.

Para comenzar las participaciones, cada uno de los escritores leyó su decálogo como cuentista y compartió un relato, mientras el auditorio escuchaba atentamente. Rey Rosa, en la lectura de su decálogo, sentenció: “Ningún lugar común, ningún lugar sagrado”. con esto, dio cuenta de las posibilidades imaginativas del cuento. En lugar de leer un decálogo, Marcelo Birmajer dio algunas recomendaciones para escritores incipientes, y para los no tan incipientes, que hicieron que el público riera: “No repita que la novela se ha agotado como género. Es su imaginación la que se ha agotado”; “No se queje de la única adaptación al cine que se ha hecho de su ignota obra. A nadie le ha importado su novela, pero mucho menos su opinión respecto de la película”.

Por otro lado, el escritor peruano Fernando Ampuero leyó algunos fragmentos del decálogo del oficio del cuentista. Se escuchó en la sala: “No basta escribir correctamente. Las bibliotecas del mundo están repletas de libros ‘bien escritos’. Necesitas añadir algo más. Todo escritor tiene que descubrir en qué consiste ese añadido”. Y recordando a los relatos de Las mil y una noches, el escritor argumentó: “El lector, cuando se distrae, es un sultán despiadado. Recuerda la astucia de Sherezade en Las mil y una noches. Si mantienes bien el ritmo narrativo y lanzas bien tus anzuelos, evitarás que te corten la cabeza”.

Finalmente, tocó el turno de la escritora brasileña Beatriz Bracher, quien es escritora y guionista. Ella leyó: “El error en el cuento brilla, rompe la lectura y no excita la atención, la dispersa. En la novela, el error, en general, pasa a formar parte de la trama, la enriquece (a menos que sea un error estructural, cuando, entonces, la novela se entera se desmorona)”.

Fuente: (fil.com.mx)

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