“Partir el pan”, espectáculo de la cantante y actriz argentina Hebe Rosell para reencontrarse con la vida y los sueños olvidados

argentino echa mano de un escenario austero, en el cual se coloca sólo una mesa llena de recuerdos.

Rosell explicó que las reflexiones incluidas en esta propuesta escénica están basadas en los postulados de la filósofa española María Zambrano, quien propone que el poder de la confesión es el camino por el que la vida se acerca a la verdad.

“En este momento de mi vida, Zambrano es mi guía, dentro y fuera del escenario, así que decidí hace algunos años comenzar a crear este espectáculo, que no había tenido la oportunidad de presentarlo hasta ahora, gracias al Fonca.

“Lo que ocurre en este montaje es algo muy sencillo, a través de monólogos que comparto con el público, voy colocando sobre la mesa diversos temas, que aparecen además al contar los pasajes más importantes de mi vida.

“Sentada frente a una mesa, voy saltando de un tema a otro, apoyada en varios objetos que coloco sobre ella, que van de fotografías a discos de vinyl, incluso objetos como collares y figurillas de porcelana, todos tienen un significado en mi vida”.

Rosell viste como en los setenta, lleva el pelo como en aquellos años. Habla lenta, pausadamente, con palabras sencillas, nada complicadas para una compositora que es reconocida justamente por la profundidad de las letras.

“La música folclórica era nuestra manera de expresarnos, con ella buscábamos nutrir las conciencias y generar cambios en el sociedad… ese sueño aún hoy es necesario, porque hay que aprender a levantarse una y otra vez, hasta lograr nuestros sueños.

“Eso es lo que me han dejado las experiencias en mi vida, que no han hecho otra cosa sino enseñarme a ver mi existencia desde un punto de vista diferente, a mirar la realidad con otro ángulo; aprendí a renovarme, a reinventarme a cada rato”.

Aunque ella no es tan popular como sus hermanos por parte de madre, que tienen otro apellido más conocido: Calamaro. Javier y Andrés aparecen poco en la vida de Hebe, quien los menciona en pocas ocasiones.

Ella prefiere recordar su vida, los momentos duros que ha pasado y que han nutrido su rebeldía, su música y su vida personal.

“Trato de no mencionarlos mucho. Sólo en algunas ocasiones digo con pudor que soy hermana de los Calamaro. Pero es un chisme total, porque lo que yo quiero decir es otra cosa, sobre todo con este trabajo, que es muy personal.

“En la parte que corresponde a la relación con mi familia, confieso que me arrepiento de haberme alejado de mis hijos, de haberlos hecho pasar por pasajes nada agradables, pero ahora trato de reconciliarme con el pasado, por tanto con ellos”.

En los setenta, en Argentina, los músicos de la época querían difundir un mensaje con crítica social a través de canciones con contenido, no les interesaba vender discos. Hebe Rosell hizo lo propio, con la música tradicional como estandarte.

“Exigíamos condiciones de vida adecuadas, seguridad para los trabajadores en las fábricas, justicia social, y lo hacíamos a través de la poesía, y el folclor, que acabaron por dignificar la vida rural”.

Pero esa postura incomodó al gobierno, que la obligó a salir del país, por lo que Rosell se refugió primero en España y luego en Francia, aunque en ambos países, de nuevo fue rechazada por su militancia política.

A mediados de los 70 llegó al Distrito Federal, donde vive desde entonces, donde ha producido lo más abundante y creativo de su carrera, primero desde el rock, al lado de Guillermo Briseño, y luego de manera independiente.

El espíritu rebelde que la trajo a México no ha desaparecido en ella, sólo se ha transformado en una actitud más reflexiva, que ahora comparte con el público, para quizá lograr algo que ha intentado desde casi cuatro décadas: cambiar al mundo.

“Todos soñamos con una manera mejor de vivir, sobre todo en este momento en México, país al que pertenezco desde hace varias décadas; así que creo que mi propia experiencia de vida puede contribuir en algo.

“Al mismo tiempo, no pierdo de vista el propósito fundamental de la música y el teatro, que es el hacer pasar un rato agradable al espectador, así que la música incluida en este espectáculo está llena de emotividad, de añoranzas, y desde luego de sueños”.
JRA
Fuente: (CONACULTA)

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