“Un profeta”, drama carcelario aclamado en los mejores festivales llega al 30 Foro Internacional de la Cineteca

convierten primero en un lacayo y después en figura indispensable del lugar.

Bajo esta premisa, la cinta Un profeta, del cineasta Jacques Audiard, llega a la Cineteca Nacional para sorprender a los cinéfilos, al igual que lo hizo en los principales festivales del mundo, incluyendo la pasada edición de Cannes.

Durante la función de prensa a los medios de comunicación, el público celebró la cinta que muestra el sistema carcelario galo y los diversos universos raciales que conviven en un mismo entorno.

El personaje de Malik comienza siendo un empleado de confianza de uno de los clanes controlados por César Luciani, un jefe corso que se encuentra en constante guerra con el clan árabe que intenta dominar la prisión.

El director lleva al espectador a lo largo de seis años en los que el protagonista cumple su sentencia y realiza desde pequeñas tareas para los jefes, hasta pruebas de fidelidad de gran violencia.

Contrario a los clichés del cine hollywoodense donde existen vueltas de tuerca a cada momento, la cinta de Audiard, quien ya sorprendió a los críticos con Lee mis labios, se caracteriza por un ritmo realista y mesurado, pero que retrata claramente la profunda transformación psicológica que tiene Malik durante ese viaje iniciático por las redes criminales.

El joven actor Tahar Rahim, fue reconocido por su interpretación, al igual que los veteranos Niels Arestrup y Adel Bencherif, quienes complementan la trama añadiendo el desasosiego, el humor negro y el pesimismo de quienes han pasado muchos años tras las rejas, convirtiendo a las celdas, los corredores y los patios de recreo en parte de su reino.

En lo que parecería ser una ironía del destino, Malik va adquiriendo poder en el clan y realiza con la astucia e inteligencia de un pequeño Ulises, diversos planes para debilitar a los miembros del otro grupo y al mismo tiempo confrontarlos con sus enemigos.

Para Werner Gaeble, crítico de la International Film and Arts Association, la cinta vuelve a ocuparse de la comunidad árabe que habita en Francia, pero desde una perspectiva refrescante y alejada de prejuicios.

“A diferencia de directores como Bruno Dumont, quien con su cinta Hadewijch cae en el cliché de mostrar nuevamente a los árabes como fanáticos y terroristas, Audiard da un ejemplo de lo que significa alejarse de tramas consabidas para recrear  la manera en que un joven desarrolla un sentido de supervivencia y comprende la relatividad del bien y el mal en un ambiente donde la vida puede perderse por cualquier motivo”.

Al igual que una película épica de mafiosos, el joven Malik comienza a ser el puente entre todos los miembros de poder de la penitenciaría, además de ser un buen juez para decidir quien debe ser castigado.

En una escena que recuerda los dramas shakespereanos, el joven asesina a un recluso para mostrar su fidelidad al clan y sin embargo su conciencia no lo deja en paz, pues en su interior aún subsiste un ser humano que detesta la violencia, no obstante, su expiación consiste en imaginar un diálogo cada noche con el hombre muerto y explicarle las razones que lo llevaron a quitarle la vida.

Con el tiempo, Malik se convierte en el nuevo capo de la cárcel, al salir está acompañado por una escolta de gangsters y cuenta con todos los conocimientos y la experiencia para tejer su propia red criminal fuera de las rejas.

“Es una cinta que nos habla también sobre el encierro, la soledad y el precio que hay que pagar por no ser presa de los tiburones que controlan el mundo, convirtiéndose a menudo en una figura aún más temible”, afirmó el crítico Werner Gaeble.

Para mayores informes de las funciones de Un profeta dentro del 30 Foro Internacional de la Cineteca, consultar la página www.cinetecanacional.net
HBL

Fuente: (CONACULTA)

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