Memorias de un huapanguero: Santiago Pérez Gómez y el “Encuentro de las Huastecas” en Amatlán, Veracruz (1)

música y la versería opima. En otras palabras, Amatlán es la meca de los huapangueros.

Cada año, desde 1990, en este pueblo del norte de Veracruz se realiza el “Encuentro de las Huastecas”, organizado por el Patronato Pro Huapango y Cultura Huasteca A.C., uno de cuyos miembros prominentes en los últimos años ha sido Santiago Pérez Gómez, con quien nuevamente tuvimos el gusto de conversar a finales de octubre, ahora en esta ciudad, en el Centro Histórico de Coyoacán. Santiago es huasteco por los cuatro costados, promotor incansable de su fiesta, de su pueblo, de su región, de su cultura. He aquí sus palabras, la emoción que nos suscita con ellas.

Santiago, ¿cuándo naciste?

El 24 de julio de 1982, en Irapuato, Guanajuato, pero mis padres son de Amatlán, Veracruz. En Irapuato viví hasta los seis años. Cuando tenía esta edad, mis padres tuvieron que regresar a su pueblo, mi abuelito paterno recayó en una enfermedad, a los seis, vaya, yo inicié la primaria ahí y desde entonces hasta la fecha yo sigo viviendo en Amatlán.

¿Cómo se llaman tus papás?

Mi papá, Florencio Pérez Cervantes, y mi mamá, Minerva Gómez Cruz.

¿Tienes hermanos?

Dos hermanos, uno mayor, Lorenzo Pérez Gómez, y uno menor, Julio Pérez Gómez, ambos son militares.

¿También nacieron en Irapuato?

Los tres nacimos allá, pero cuando yo tenía seis años, mi hermano el mayor siete y el menor cuatro años y medio tuvimos que regresar a Amatlán, desde entonces ahí hemos vivido, ahí tuvimos nuestra educación hasta el bachillerato los tres. Mi hermano posteriormente se vino a la ciudad de México, mi otro hermano después también se vino a estudiar, y yo estudié en Tantoyuca, Veracruz.

¿Dónde residen ellos ahora?

Uno está aquí, en las oficinas centrales del Heroico Colegio Militar, y el otro está en Delicias, Chihuahua.

¿Cómo recuerdas las primeras fiestas en Amatlán?, que coinciden con su retorno.

Así es, cuando llegamos a Amatlán, era el año 1988, 1989, y el evento inicia en 1990, pero desde luego nosotros éramos pequeños, no vivíamos en el centro de Amatlán, vivíamos como a trescientos metros del centro. La niñez siempre estuvimos en casa, yo vine a enterarme del festival en 1992, que ya era el tercer festival, cuando nuestros padres nos llevaron al centro, vimos cómo estaba el ambiente, cómo llegaba gente y más gente, era fuera de lo común que el pueblo de Amatlán tuviera demasiada gente. A partir de entonces me empezó a gustar la música de la Huasteca, mis abuelitos bailaban el huapango tradicional en las bodas, en los quince años, en cualquier festividad, como suele ser actualmente en la Huasteca. En el año de 1992 empecé a interesarme por la música huasteca, pues mi abuelito tenía ahí unas banquitas y sillas de madera, me subía arriba de esos bancos y me ponía a bailar, a medio zapatearle, porque no lo conocía, y mi abuelito luego me regañaba, me decía: “Bájate de ahí, chamaco porque estás ensuciando la banca”. A partir de entonces me empezó a gustar, entro a la telesecundaria Nicolás Bravo, de Amatlán, donde estuve, aproximadamente, del 94 al 97. En el 95 salió una convocatoria, por Marcelino Cristóbal, un joven muy entusiasta que en el inicio del festival aportó mucho en cuanto al baile, él lanzó una convocatoria para los niños, adolescentes y jóvenes que quisieran empezar a bailar. Es ahí donde me nace el interés por inscribirme, eran totalmente gratuitos, y ya empiezo a recibir de manera formal lo que era el zapateado, ¿no? Desde luego, en la primaria nos enseñaban unos pasos, la señora Sulma Cortés y el señor Moisés Damián, pero más que nada era para presentarnos en eventos del 10 de mayo o en la clausura, pero eran algo muy enfocado para presentaciones de este tipo. Ya de ahí empecé como bailarín,  a partir de entonces me empezó a interesar. Después de la transición del maestro David Celestinos, que deja en el 2000, 2001 el festival en manos de los habitantes, sube el maestro Anselmo Cortés Farías, el segundo presidente del patronato, él empieza a organizar el evento. Para entonces yo tenía 19 años y me llaman para que los apoyara con la computadora para hacerles oficios, para hacer lo que es de oficina, me mandaron a la oficina central, que estaba en la ciudad de Naranjos, y es así como empiezo en este proceso de involucrarme acerca del festival.

¿Cómo se llaman tus abuelitos, que mencionaste hace un momento?

Mi abuelito, Leonel Pérez del Ángel, mi abuelita Julia Cervantes Hernández, quien falleció hace dos años, cuatro días antes del festival de Amatlán.

¿Después de que te inscribiste para aprender a bailar empezaste a participar en las fiestas como bailador?

Como bailador mi primera presentación fue con un intercambio cultural que hubo con Tamalín, ahí fue mi primera presentación, con dos huapangos huastecos, que no se me olvidan, “Amatlán de mis amores”, un huapango del antropólogo Epifanio Sarmiento Rubio, que le dedica al pueblo de Amatlán, y “El caimán”, esos dos huapangos me dieron oportunidad de bailar, y a partir de entonces pues empecé a bailar en el Festival Nacional de Huapango de Amatlán y en diferentes eventos y foros, a los cuales invitaban al grupo, que se llamaba Chicon chic tenek [confío en que así se escriba], en huasteco, que significa niños huastecos en español.

Digamos que llevas diez años metido en el encuentro, desde oficinista hasta presidente del patronato…

Así es, bueno, en 2001, la oficina central estaba instalada en la ciudad de Naranjos, en la oficina del ingeniero José Alberto Celestinos Unda, el coordinador del festival, sobrino del maestro David Celestinos Isaacs, quien fue el fundador del festival y primer presidente del patronato, entonces me mandaron ahí para que obedeciera en todo al ingeniero en cuestión de organización, él me empezó a enseñar: “Mira, Santiago, las cosas son así, las invitaciones, los participantes, tienes que hacer esto, tienes que involucrarte con los medios de comunicación, que es un factor muy importante…”, y gracias a Dios creo que se me ha dado un poco el saber expresarme ante los medios de comunicación, empecé a tener contacto con los medios, con los directores de los grupos folclóricos, con los tríos, con las parejas independientes y, desde luego, con la gente que gusta del son huasteco. Entonces en 2001 empecé ahí, el maestro Anselmo Cortés Farías duró tres años, para el 2004 deja el patronato por cuestiones de salud y sube la señora Carolina Xóchitl Rivera Salas, que estuvo desde 2004, y en 2007 ella también decide dejar el patronato por cuestiones familiares, y pues el segundo, haciendo antigüedad, ora sí me tocaba a mí subir a la presidencia del patronato, pero pues fue algo, vaya, algo muy emotivo, porque yo a esa reunión no iba… vaya, es que yo en ese entonces tenía 23 años más o menos, yo no iba para ser presidente, iba a dar mi voto a cualquier otro del patronato, pero como que se armó un complot, se pudiera decir, y pues ya todos los socios dictaminaron que yo fuera el presidente y pues sí, lo acepté con mucho gusto, pero comprometido, porque es una gran responsabilidad el festival. Así, desde el 2007 he estado al frente de manera directa en el festival, ya tomando las decisiones… pues todas las decisiones, ¿no? Anteriormente, yo nada más en el marco del festival, en el periodo del maestro Anselmo y de Carolina, me dedicaba a todo lo que es el trabajo de la oficina, ellos se encargaban del trabajo operativo en el pueblo, que de buscar el hospedaje, la alimentación, los apoyos en el municipio… A mí me mandaban a buscar los apoyos fuera, a las oficinas de gobierno, a los medios de comunicación para hacer las invitaciones y difundir el evento, ya fue algo… En el 2007 entré de manera directa a involucrarme de todo, muchas cosas ya las sabía, ya las conocía, algunas otras me fui enterando, porque yo, la verdad, desconocía cómo era el proceso de conseguir el hospedaje ahí, para albergar a todos los participantes, ir a hablar con el alcalde para “Sabe qué, vaya a darle una pasadita a las calles”, porque, hay que decirlo, en cuestión de infraestructura, Amatlán no cuenta con nada, entonces ésa era la parte operativa de Amatlán, que era la que hacía el presidente del patronato de entonces y yo como secretario pues me mandaban fuera.

¿Dura tres años el cargo?

No necesariamente, es de acuerdo con los socios, si éstos, después de tres años, dictaminan que ya se tiene que cambiar, pues se cambia, pero pues ahorita en este año volvimos a tener una reunión porque el marco ya no… de acuerdo con las asociaciones y al marco legal, éstas deben estar constituidas o los consejos por dos años y nuevamente volver, entonces nosotros estamos sometidos a ello, lo que diga o marque la ley, adelante, pero ahorita me acaban de reelegir nuevamente por dos años, entonces estoy calculándole que en el 2011 dejar la asociación, aunque a veces ya con mucho trabajo personal uno también opta por ya dejar. De hecho, ahorita estoy en el proceso, estamos viendo si seguimos el próximo año o tenemos que darle la oportunidad a otro, o sea, es de acuerdo con los socios, con la sociedad civil.

Pero ¿digamos que te tocan el XX y el XXI?

Sí, ahorita el XX y el siguiente año el XXI, pero pues estamos en pláticas con el patronato, a lo mejor en éste [XX ] ya doy mi cierre, y empiezo con los socios, a traerlos, a ayudarlos, a encauzarlos, porque ellos hacen más que nada el operativo en el pueblo, y un servidor siempre se ha encargado de lo externo, de conseguir los apoyos tanto el apoyo económico que otorga el Gobierno del Estado, para darle a los participantes, y todo lo que es la difusión del evento fuera del pueblo.

Háblame de los planes en este rubro para este año, pues sé que hacen conferencia en Xalapa y en otros lugares.

Sí, este año es uno que quedará en la mente de todos los huapangueros, es un año que dejará constancia de que el festival de huapango de Amatlán, aparte de ser el primero en cuestión de evento popular, que reúne tanto a músicos, bailadores tradicionales, académicos e investigadores, pues va a dejar constancia de que está vivo y estará vivo por muchos años. Con base en esto estamos trabajando, en esta ocasión estamos invitando a las danzas tradicionales del norte de Veracruz, el encuentro de bandas de música de viento o conocidas como tlahualompas en la Huasteca, que el año pasado también fue un evento novedoso que nunca había hecho presencia en el festival. Entonces este año en cuestión de difusión vamos a hacer una rueda de prensa en Xalapa, con el secretario de Turismo; en la ciudad de México el 5 de noviembre vamos a tener otra, el mismo Gobierno del Estado de Veracruz, a través de Asuntos Internacionales, nos va a hacer el favor de convocar a otra rueda de prensa; tenemos otra en Tampico; otra en Huejutla, Hidalgo; otra en Ciudad Valles, San Luis Potosí, y en Jalpan de Serra, Querétaro, también estamos afinando ciertos detalles para hacer una rueda de prensa, es decir, los medios de comunicación, como Azteca 21, siempre han estado prestos para difundir estas actividades culturales. Desde luego, se les debe en parte también la permanencia de todos los festivales.

Cuéntame algunas anécdotas curiosas, chuscas, con músicos… Comparte con nosotros algunas de éstas, memorables para el movimiento huapanguero en México.

Claro, nosotros entregamos un máximo reconocimiento, que es la presea del Sol Poniente, que va encauzada a todos aquellos que han dedicado muchos años de su vida al rescate, preservación y difusión del huapango, y pues hemos tenido la fortuna de recibir a don Heliodoro Copado, lo tuvimos ahí en el quince aniversario, al maestro Polo Palencia que falleció hace unos días, quien fue homenajeado en el 2006 por haber cumplido cincuenta años de trayectoria como bailador y formador. También se hicieron homenajes póstumos a El Viejo Elpidio, al Negro Marcelino… a todos los huapangueros a los que se les debe la permanencia del huapango. Lo chusco fue en el año en el que recibió la presea del Sol Poniente el doctor Elías Chessani, en ese año fue un desplome muy grande el de los grupos folclóricos porque recibimos en esa ocasión 68 grupos, nunca nos habíamos preparado, como creo que nadie está preparado para un evento de más magnitud, lo más que habíamos recibido eran 40, 48, 50 grupos de danza, pues en esa ocasión sí fue brutal la participación de los grupos folclóricos. Recuerdo que eran las cuatro de la mañana y en el auditorio el evento todavía estaba a todo lo que daba, eso sin contar a los tríos, que también tenían participación, pues regularmente en Amatlán el auditorio se cierra a las dos de la mañana, ya por muy tarde, para concentrarnos todos en la plaza del poblado, porque Amatlán cuenta con dos escenarios, después de las doce, una de la mañana, empieza la huapangueada en lo que es la explanada, pero en esa ocasión sí fue algo para lo que nosotros no estábamos preparados, para recibir tanto grupo, fue el desplome de grupos, algunos grupos molestos, y con toda la razón, porque pues había niños que estaban esperando desde las dos, tres de la tarde para que a la una, dos de la mañana participarán, ¿no? Otra anécdota: en el quince aniversario, el patronato no consiguió apoyos económicos, el patronato se lanzó a hacer el festival con apoyo de particulares, del pueblo, que éste siempre ha sido presto para este festival y al cual le debemos mucho. En esa ocasión no conseguimos apoyo, pues nosotros hemos considerado a los tríos como parte fundamental y esencial del festival, de otorgarles un incentivo, no es mucho, en realidad, 800 o mil pesos para un trío, que son tres personas que a veces van desde Querétaro, desde la ciudad de México, desde muchas partes muy lejanas, y que 800 o mil pesos pues, vaya, no les costea a ellos, pero en esa ocasión, la verdad, sólo les dimos 300 pesos a cada trío, pero algo que nos gustó de ellos fue que dijeron: “¿Saben qué?, nosotros al festival de Amatlán no venimos por dinero, venimos por amor, por pasión y porque nos gusta el huapango. Si no hay apoyo económico, si a ustedes les hace falta para liquidar el sonido, que tiene un costo enorme, para los gastos de operación, que también son enormes, adelante, por nosotros no hay ningún problema”. Entonces eso para nosotros, como organizadores, fue una cosa muy padre, el escuchar de los mismos tríos, de los mismos participantes, que van a Amatlán por gusto, por amor, por pasión, por sentimiento, por seguir esta tradición, que en ese entonces llevaba quince años, pues desde entonces nosotros, vaya, hemos hecho hasta lo imposible para tener por lo menos sus mil o 1200 por cada trío. A lo mejor no se puede entregar más, porque estamos hablando de más de 40 tríos, entonces la bolsa económica pues sí es alrededor de 50 mil pesos, eso sin contar los gastos de operación del sonido, que nos cobra 40 mil pesos, o sea Amatlán es un pueblo, vaya, el Gobierno del Estado, ahorita y desde hace tres años, nos ha estado apoyando económicamente, no las grandes cantidades, pues la primera ocasión nos dio 50 mil pesos, la segunda nos dio 105 mil pesos, que fue el año pasado, y ahorita estamos tratando de que sea una cantidad de 160 mil pesos, pero que desde luego para el festival pues, vaya, no es mucho, porque el patronato consigue todo lo demás en cuestión de apoyos.

Continuará…

Comentarios a esta nota: gregorio.martinez@azteca21.com

Foto: Santiago Pérez Gómez en Coyoacán, en octubre de 2009, durante la entrevista con Azteca 21.
Azteca 21/Gregorio Martínez M.

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