Margarita Sanz interpreta “Campo de estrellas”, un viaje íntimo por los sentimientos y pensamientos de una actriz

vida personal y artística.

La obra fue escrita en 2008 por la reconocida dramaturga Luisa Josefina Hernández –creadora emérita del Sistema Nacional de Creadores de Arte del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes (Fonca)– para resarcir el dolor, la tristeza y el vacío que dejó la muerte de la señora Jayne Martin Jenkinson Grey en la vida de Margarita Sanz.

Monólogo del corazón que apela a los recuerdos y enseñanzas, el texto escrito por la ganadora del Premio Nacional de Ciencias y Artes 2002, es un viaje por los recuerdos y las experiencias personales, además de se un homenaje a los personajes, maestros y compañeros que la han formado durante su recorrido artístico.

Durante sus casi 50 años de trayectoria en el teatro, cine y televisión, Margarita Sanz (Guadalajara, 1954) ha trabajado con grandes creadores, como Abraham Oceransky –con quien participó en la obra Simio, primer montaje del teatro El Galeón, en 1973–, Julio Castillo, Ludwik Margules, Luis de Tavira, Héctor Mendoza, José Caballero, Germán Castillo, Jesusa Rodríguez, Martín Acosta y Alberto Lomnitz, entre otros.

Ganadora de tres Arieles: en 1985 por su actuación en Frida, naturaleza viva, 1995 por su interpretación en El callejón de los milagros y en 2003 por La habitación azul.

Después de varias décadas en los escenarios, la reconocida actriz por primera vez se enfrenta a un trabajo unipersonal, que requiere su absoluto profesionalismo para soportar el peso de la acción escénica.

Sanz armada con todas su fuerzas y talento sube al escenario del recinto universitario para afrontar uno de los mayores retos de su carrera histriónica: interpretar a su propia madre.

La actriz desnuda su alma y presenta sus recuerdos llenos de lágrimas y añoranzas, que la llevan a revivir los tiempos en los que iba tomada de la mano de su madre descubriendo, inventando y configurando el mundo.

El público entra y aprecia sobre una plataforma de madera, el estudio de la actriz; a los lados, carteles de temporadas anteriores en las que ha participado, en las paredes algunas piezas de los vestuarios ocupados en otros montajes, libros acomodados en un pequeño mueble, libretos con las pastas gastadas de tanto utilizarse y una mesa rectangular.

Una mujer entra al escenario, está ante el vacío emocional, el dolor y el desconsuelo, ha perdido su eje de referencia y una de sus mayores motivaciones en su vida, solamente hay devastación, pero al experimentar un viaje a su infancia, nuevamente recorre los caminos de las enseñanzas, las lecciones de canto, el aprendizaje de los frescos de la Capilla Sixtina, los juegos con las muñecas y las clases para tocar el arpa.

En el presente montaje la artista reconoce su oficio lleno de transformaciones que le permiten vivir “mil vidas” y penetrar al mundo de la ficción y a otras épocas. La actuación le permite reencontrarse con su propia madre, oírla contar sus andanzas juntas y escuchar como le dice: “morir no es irse, el amor no debe desgastarse, ya no hay barrera ni distancia, el amor es todo”.

Sanz canta, toca el arpa –la cual tiene un listón negro en la parte de arriba– y el piano, interactúa con el público y les muestra a los asistentes una abertura en su alma, por la cual emanan historias, fragmentos de su vida y aprendió a volar, a cabalgar por los cielos.

El teatro llega para reconfortarla como un fantasma para rescatarla de la tristeza, personajes de August Strindberg, Henrik Ibsen y Fernando de Rojas llegan para mostrarle sus fortalezas y debilidades.

Julia (de la Señorita Julia, de Strindberg), Nora (de Casa de muñecas, de Ibsen), Celestina (de La Celestina, de Rojas), La momia (de Sonata de espectros, de Strindberg), la señora Alving (de Espectros, de Ibsen) y Hedda Gabler (personaje principal de la pieza teatral homónima de Ibsen) llegan para conversar con Sanz y hacerla reflexionar sobre la vida misma y sus necesidades emocionales.

Un universo de sentimientos es expuesto, las colisiones cósmicas, meteoritos, constelaciones y galaxias se proyectan en una pared del foro; un video muestra la luna, las estrellas y las ráfagas que pasan por un infinito espacio de emociones que son vistas a través de un telescopio que descubre también en los asistentes un brillo sideral.

La obra transforma la tristeza y desesperación de una mujer en un gigantesco agradecimiento eterno e infinito a quien la apoyó, acompañó y amó en vida y ahora es parte de ella, alojada en su alma.

Gerardo Trejoluna –actor de las obras Autoconfesión y Tom Pain– y Margarita Sanz dirigen la presente obra que se adentra en el misterio del universo personal, de los satélites, soles y planetas que giran alrededor de uno.

El equipo creativo lo completan en la música original Omar Guzmán, en el diseño de iluminación Julia Reyes Retana, vestuario Cristina Sauza, utilería Felipe Lara y Carlos González, y en el diseño de imágenes y realización de video José Luis García Nava –miembro del Sistema Nacional de Creadores de Arte– y Anni Garza Lau –artista beneficiada por el programa Jóvenes creadores, del Fonca–.

Al finalizar la función de estreno, Margarita Sanz completamente conmovida, agradeció el apoyo de Héctor Mendoza, con quien ha participado en los montajes La mano ligera (1975), In memoriam (1975), Vamonos a la guerra (1977), La Historia de la aviación (1979), Crímenes del corazón (1982), Juicio suspendido (1993); además expresó su admiración y gratitud eterna e infinita a Luisa Josefina Hernández por escribirle esta pieza que ahonda en su propia alma y la llena de paz interior.

Campo de estrellas se presenta hasta el 6 de diciembre, todos los jueves y viernes a las 20:00 horas, sábados a las 19:00 y los domingos a las 18:00 horas, en el Foro Sor Juana Inés de la Cruz, del Centro Cultural Universitario. Avenida Insurgentes 3000.
UOG     

Fuente: (CONACULTA) Foto: CARLOS SOMONTE

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