Documentan en libro “Ñundeui, Al pie del cielo”, imágenes de un paraíso mexicano que desapareció

El libro muestra imágenes
captadas a finales de los
 años 60, en pueblos
mixtecos de la Costa
Chica de Oaxaca
Foto: Cortesía CONACULTA

Ciudad de México.- 19 de agosto de 2009.- (CONACULTA) Inspirado en las pinturas de Paul Gauguin, el fotógrafo alemán Mario Mutschlechner se internó entre los años de 1968 y 1969 por varios pueblos mixtecos, cerca de Pinotepa Nacional, en la Costa Chica de Oaxaca, para documentar con imágenes lo que le pareció el paraíso: un mundo indígena en el que se podía respirar pureza, armonía e integridad.

           Así surgieron una serie de imágenes que por diversas circunstancias mantuvo guardadas durante más de 30 años y que tras digitalizarlas y dotarlas de un concepto formal, ahora dan origen al libro Ñundeui, Al pie del cielo, publicación editada por el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes que será presentada este 20 de agosto, en el Museo Nacional de Culturas Populares.

           Mutschlechner llegó a México a finales de 1967 buscando escapar de las ciudades grises y frías de su natal Alemania. Maravillado por la realidad que le mostraban las películas de la época de oro del cine mexicano y tratando de encontrarse con pueblos vivos y diversos, inició un recorrido por varios pueblos mixtecos, cerca de Pinotepa Nacional, en la Costa Chica de Oaxaca, y lo que vio le gustó tanto que volvió para realizar una visión personal de las mujeres de esa región, inspirada en la obra de Paul Gauguin.

           “Lo que me encantaba de Gauguin era el manejo del color, así que cuando vi a estas mujeres con sus fajas, sus naguas y su torso desnudo pensé inmediatamente en Gauguin. Fue la antítesis de las ciudades grises de Alemania que yo había dejado atrás, un contrapeso a aquél mundo donde el trabajo y la adquisición de bienes materiales a toda costa eran lo importante”, señaló el fotógrafo en entrevista.

           Con el apoyo del Instituto Nacional Indigenista (hoy Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas), Mario Mutschlechner regresó a esa zona y entre los años de 1968 y 1969 tomó una serie de fotografías pensando en posteriormente armar un libro.

           “En esas fotografías me limité a pocos colores: el verde de la vegetación, color de la fertilidad, abundancia y tranquilidad, el azul de las naguas, color del cielo, del mundo espiritual y de los sueños, y el moreno de la piel, color de la tierra, cálido y sensual y, como decía Gauguin en Tahití, ‘el oro de sus cuerpos’. Como complemento de ese mundo en paz aparece el rojo de los collares y de las fajas, color de advertencia, pasión y peligro”.

           En ese momento, asegura el fotógrafo, le ofrecieron exhibir las imágenes en Bellas Artes, algo para destacar si se toma en cuenta que en aquélla época en México toda la fotografía artística se hacía en blanco y negro.

           “Yo llegaba con un trabajo en color porque para mí el color era y sigue siendo una dimensión esencial de la realidad, aunque no tengo nada en contra del blanco y negro, pero no veo por qué reducir nuestra realidad si el color es una dimensión fundamental, un enriquecimiento fundamental de nuestra realidad, por qué no permitirlo en la fotografía, como se hace en la pintura.

           “Sin embargo en ese tiempo no tenía dinero para financiar un proyecto así, además de que sentía que no tenía un concepto válido, porque para mí no sólo es importante la fotografía, sino lo que significa”, precisó Mutschlechner.

           Aunque las fotografías se quedaron guardadas durante mucho tiempo, Mutschlechner siempre estuvo consciente de que eran imágenes importantes y bien hechas. Con la llegada de la revolución digital, en 1997 empezó a escanear, a digitalizar su archivo y a trabajar en el concepto para esas fotografías.

           “En 1997 inicié la digitalización del archivo, con ayuda de mi asistente, y desde el año 2000 he escaneado y retocado digitalmente las fotografías sin alterar su carácter de documento histórico de un México que se fue.

           “Hoy veo estas imágenes como algo maravilloso, justo lo que en aquél tiempo traté de hacer: crear un paraíso, que de alguna manera sí lo era, pero otras no. Creo que con estas fotografías sí lo logré captar a estas mujeres que en aquél tiempo eran íntegras, inocentes, sin malicia”, dijo.

           Si bien Mario Mutschlechner quedó muy satisfecho con las imágenes, no quiso detenerse ahí y trabajó en desarrollar un concepto para ellas. Así, tras leer el libro Los Antiguos Mexicanos, de Miguel León Portilla descubrió una conexión muy fuerte entre la poesía precolombina y sus imágenes. “Así pude conectar esas indígenas íntegras y sensuales con la poesía precolombina y los tiempos remotos de México”.

           Ahora, lamenta el fotógrafo, ese paraíso que documentó en los años sesenta se ha perdido por el lucro, por el afán de hacer dinero a costa de lo que sea. “Yo no estoy en contra de la globalización, pero sí en contra de la destrucción de las culturas locales y eso es lo que está pasando ahí y en otras partes del mundo.

           “Este trabajo viene en buen tiempo porque con esta crisis nos estamos dando cuenta de que el lucro a toda costa es un sistema que no funciona, que nos destruye a nosotros mismos, que tenemos que cambiar el rumbo. Las antiguas culturas nos señalan su sabiduría en este contexto”, concluyó.

           El libro Ñundeui, Al pie del cielo, será presentado este 20 de agosto, a las 18:00 horas, en el Museo Nacional de Culturas Populares, con la participación de Carlos Montemayor, Patrick Johansson, Jesús Hernández Garibay, el autor y la etnomusicóloga Xilonen Luna, como moderadora.

MAC

Leave a Reply