“A ver cuándo vas”, tributo de Los Rupestres a Rodrigo González, mejor conocido como “Rockdrigo”

Portada del disco homenaje al
legendario rockero azteca
Foto: Azteca21

Por Enrique Montañez
Reportero Azteca 21

Ciudad de México. 7 de mayo de 2007. Nadie mejor que el propio Rodrigo González para definir a los rupestres, de los que él fue el más grande representante: “son por lo general sencillos, no la hacen mucho de tos con tanto chango y faramalla como acostumbran los no rupestres, pero tienen tanto que proponer con su guitarra de palo y sus voces acabadas de salir del ron; son poetas y locochones; rocanroleros y trovadores”.

El Museo Nacional de Culturas Populares, el Angelito editor y CONACULTA recientemente produjeron un disco homenaje a la obra musical de Rodrigo González, interpretada por sus compañeros de tocadas, es decir, los rupestres que sobreviven, además de otros confesos admiradores del cantautor fallecido en el temblor de 1985. “A ver cuándo vas…! Los rupestres a Rodrigo González” ofrece doce temas significativos del legado del también llamado Rockdrigo, “el Profeta del Nopal”. Qual, Roberto Ponce, Nono Tarado, Carlos Arellano, Armando Palomas, Rafael Catana, Nina Galindo, Gerardo Enciso, Rodolfo Borja, Arturo Meza y Roberto González hacen los honores interpretando, respectivamente, “Chica con suerte”, “El tren de los locos”, “El feo”, “Vieja ciudad de hierro”, “Canción de amor”, “La máquina del tiempo”, “Solares baldíos”, “Pórtate sensato”, “Ratas”, “Hombre de plata”, “Ánimas” y “A ver cuándo vas”.

Todo lo que se pueda decir sobre Rodrigo González será para seguir alimentando el mito de uno de los roqueros mexicanos más singulares que han existido. Su propuesta musical de inmediato descolló por sus pretensiones poéticas, lúdicas, retruécanos existenciales desenfadados y por su ironía, humor corrosivo y mordacidad de sus composiciones, facultades producto de un background de lecturas omnívoras e inquietudes intelectuales diversas que iban más allá de la celebración al relajo pueril, a los excesos y al valemadrismo seudonihilista que privaba en la escena musical independiente, registrada en los hoyos o agujeros fonquis de las zonas marginadas de la ciudad de México.

Rodrigo González, pese a haber nacido en Tampico, Tamaulipas (1950), creativamente se apropió, como nadie, del Distrito Federal y de su problemática y realidad sui géneris. Sagaz cronista urbano que más que simples canciones para denunciar la corrupción de las autoridades judiciales, la degradación social, el caos, la violencia citadina, injusticias y aberraciones políticas, son, por lo menos las más memorables que se relacionan con la ciudad de México (“Metro Balderas”, “Vieja ciudad de hierro” y “Ratas”), francas elegías a un tropos geográfico alejado para siempre de la Edad de Oro, a quien le “han parado el tiempo, (le) han quitado la promesa de ser viento, (le) han quebrado las entrañas y el silencio”, como lo expuso en “Vieja ciudad de hierro”. Rodrigo González supo y versó, antes que sus contemporáneos, el futuro distópico que el DF se apresuraba a asumir, con el colapso como destino inexorable sellado en la frente.

No sabemos si la elección de las canciones para conformar “A ver cuándo vas…!” le correspondió a los músicos ya citados o si a éstos se les designó con qué rola participarían en el tributo; lo que sí, es que se echan de menos “Metro Balderas”, “Asalto chido” y “No tengo tiempo”. De cualquier manera, la intencionalidad de las instancias culturales que participaron en el proyecto, la calidad de ejecución y producción musical, el estupendo arte-objeto del disco y la presentación, contextualización, de las vicisitudes que debieron sortear los rupestres para dar a conocer su labor cumple su cometido, es decir, el puntual revisionismo de las “Revelaciones Chilangas” del único profeta que ha tenido el rock nacional.

Comentarios a esta nota: enrique.montanez@azteca21.com

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