Recordando a Jaime Torres Bodet, destacado intelectual, académico y político mexicano

Torres Bodet nació en la
Ciudad de México, estudió en
 la UNAM la carrera de
Filosofía y Letras y a los
19 años, ya era secretario
 del rector José Vasconcelos
 Foto:
Cortesía de los-poetas.com

Ciudad de México.- 16 de Abril del 2007.- Autor de obras como "Sonetos" (1949), Jaime Torres Bodet no sólo fue un destacado intelectual, académico y político, sino también una pieza clave de la promoción cultural en este país, donde apoyó la construcción de diversas escuelas y museos.

Nacido en la Ciudad de México el 17 de abril de 1902, Torres Bodet siempre supo que quería destacar y muestra de ello es que a los 12 años ya asistía a clases de literatura en la Escuela Nacional Preparatoria.

En 1918 escribió su primera publicación bajo el título de "Fervor". También fue aprendiz en la Escuela de Leyes y en la Facultad de Altos Estudios de la Universidad Nacional Autónoma de México.

Antes de los 20 años ya contaba con una acentuada capacidad e inquietud en el terreno de las letras, mismo que lo empujó a dar clases de literatura en la Escuela Nacional Preparatoria, donde luego fue secretario de la Dirección, posteriormente daría un salto más grande, al ser secretario particular de José Vasconcelos, en 1921.

En la preparatoria conoció a otras grandes figuras mexicanas como Carlos Pellicer, José Gorostiza, Enrique González Rojo y Bernardo Ortiz de Montellano, poco después conoció a Salvador Novo y a Xavier Villaurrutia, con quienes conformó el grupo de intelectuiales denominado "Los Contemporáneos".

Sin dejar de colaborar con Los Contemporáneos y su revista, Torres Bodet se dedicó a la vida diplomática en Madrid, España; La Haya, Holanda; París, Francia; Buenos Aires, Argentina, y Bruselas, Bélgica, donde vivió la Segunda Guerra Mundial (1939-1945).

En 1940 se convirtió en subsecretario de Relaciones Exteriores pero tres años después desempeñó el cargo con el que más enriqueció al país, el de secretario de Educación Pública.

Fue allí donde dio un impulso decidido a la campaña de alfabetización, creó el Instituto Fedeeral de Capacitación del Magisterios, organizó la Comisión Revisadora de Planes y Programas, inició la Biblioteca Enciclopédica Popular y dio pie a la creación de nuevas escuelas como la Normal para Maestros, la Normal Superior y el Conservatorio Nacional.

En 1948 fue designado director general de la UNESCO y 10 años después regresó como secretario de Educación Pública, por segunda ocasión, cargo desde el cual impulsó la condición educativa de México y fundó la Comisión Nacional de Libros de Textos Gratuitos.

Asimismo promovió la construcción del Museo Nacional de Antropología, del Museo de Arte Moderno, así como la adaptación del Museo de Arte Virreinal y el de Pintura Colonial.

Publicó el libro "Sonetos" (1949), aunque antes ya había dado a conocer otras publicaciones como "El corazón delirante" (1922), "Biombo" (1925) "Destierro" (1930) y "Cripta" (1937), entre otros.

Torres Bodet, quien tenía un ojo de vidrio. debido a que en un viaje a Oaxaca se asomó por la vantana y una de las cenizas de la caldera del tren se le incrustró, provocándole la pérdida de un órgano visual, ingresó a la Academia Mexicana de la Lengua en 1952.

Fue un hombre sumiso y formal que contaba con una voz modulada que lo marcó como un gran orador, además de ser, al lado de Villaurrutia y Gorostiza, un excelente poeta y escritor muy reconocido.

Fue autor de otros libros como "Introducción de México y la cultura" (1946), "La misión de la UNESCO" (1949), "El escritor en su libertad" (1953), la primera parte de su autobiografía titulada "Tiempo de arena" (1955) y "Tres inventores de realidad" (1955).

En 1958 le detectaron un cáncer maligno, sin embargo ello no lo frenó para escribir otras obras como "Mestros venecianos" (1961), "Patria y cultura" (1964), "León Tolsoi, su vida y su obra" (1965), "Ruben Darío. Abismo y cima" (1966) y "Tiempo y memoria en la obra de Proust" (1967).

Torres Bodet dejó de existir el 13 de mayo de 1974, tras 16 años de soportar el dolor del cáncer, no sin antes cerciorarse de haber cumplido hasta la última hora con el eber que se había propuesto.

A su muerte, Torres Bodet dejó un gran vacío en la vida literaria y cultural del país.

Sus restos fueron homenajeados en el Palacio de Bellas Artes y en la Secretaría de Relaciones Exteriores; actualmente se encuentran en la Rotonda de las Personas Ilustres, como un reconocimiento a su labor en México y el extranjero.

(Notimex)

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