China y África, unen lazos

POR LA ESPIRAL
Claudia Luna Palencia

-China y África, unen lazos
-De cumbre a cumbre, la diferencia
-América Latina pierde brillo

 

 Como le comentamos amigo lector, el pasado fin de semana aconteció la XVI Cumbre Iberoamericana, en esta ocasión en Uruguay, un evento que este año desmereció por su poco seso y la carencia de alternativas concretas.
 Paralelo a dicho encuentro sucedió una histórica cumbre sinoafricana convocada en Pekín por el gobierno chino  con invitación a 48 jefes de Estado principalmente de África, en el marco de “la amistad, cooperación, desarrollo y paz”.
 Mientras  el llamado continente negro sigue olvidado de las políticas internacionales, aparentemente ajeno de la mundialización y  la globalización, a China en particular le interesa crear un satélite de influencia económica cuyo bastión podría significarse en África marcado por la pobreza, pero no por la pobreza de recursos naturales y energéticos.
 El gigante asiático con crecimientos anuales promedio del 9% en su economía tiene planes de expansión, inversión y creación de infraestructura con países dispuestos a la cooperación porque la viabilidad china depende, como todos los países, de los recursos energéticos.
 En los últimos años China ha dado pasos importantes para diversificar sus relaciones con vecinos cercanos, lo hizo con Rusia entablando una serie de inversiones aglutinadas en  15 acuerdos de cooperación energética, tres básicos en  gas natural y petróleo.
Moscú adquirió el  compromiso de construir dos gasoductos (éstos transportarán entre 30 mil  y 40 mil metros cúbicos cada uno por año hacia diversas provincias chinas)  vía Gazprom, para fortalecer a la Compañía Nacional de Hidrocarburos de China; igual logró hacerse con el contrato de construcción de refinerías y centrales nucleares.
China ha tomado con mucha seriedad lo que otros países asumen igualmente como reto para la viabilidad del mundo en su proyecto a futuro, y lo hacen Estados Unidos, la Unión Europea, Japón, Brasil, Australia, Nueva Zelanda, en infraestructura de  redes energéticas; acumulación de  reservas;  exploración de nuevas alternativas energéticas; dedicación de presupuestos, tiempo y esfuerzo para que la ciencia junto con la técnica presenten opciones de diversificación a la dependencia con  los insumos no renovables, y en lo que éstas emergen, se preparan para tener infraestructura y acuerdos de conexión energética.
Desde luego que a China, con su población de mil 313 millones 973 mil 713 habitantes,  de acuerdo con The World Factbook, estimado a julio del 2006, no le alcanza ni le basta asociarse con Rusia, requiere de más alianzas estratégicas de suministro  para un país ambicioso en obtener crecimientos quinquenales promedio del 8%, algo aparentemente imposible de sostener en el mediano plazo, dado el contexto cíclico de la economía mundial, y  en la medida en que China siga formando parte más activa de ésta será más permeable y por ende, más vulnerable al ciclo.
A COLACIÓN
 Hasta el momento China no repara en consolidar su economía en busca de una hegemonía a futuro, aunque sigue de bajo perfil  para reafirmarse como potencia política y respetablemente militar, ese proceso ha permitido que Estados Unidos tenga un trampolín para sus tropelías en un mundo sin equilibrios, unipolar, en tanto la Unión Europea termina su proceso interno y China atiende igualmente el suyo. Por lo pronto, no hay contrapesos visibles.
 No obstante eso no le quita méritos: la pasada cumbre sinoafricana anunció una serie de  negociaciones multilaterales, la firma de 2 mil 500 acuerdos y la meta de duplicar, para el 2010, las relaciones comerciales entre China y los 48 países africanos a cifras por encima de los 320 mil millones de dólares.
 En esta lógica, ¿qué tiene China de atractivo para África? Dinero, potencial de crecimiento, masa de consumidores en extensión deseosos de aprovechar las nuevas oportunidades que su país experimenta en una fase de apertura semi controlada donde lo mismo surge la autorización a la entrada del emporio estadounidense Wal-Mart Stores, el  vendedor minorista más grande del mundo; que la presencia de marcas de elite como la francesa Louis Vuitton, con tiendas en Chengdu, Ten-hour y Shenyang.
 El gigante asiático pone el potencial, tiene el imán, la fuerza, el atractivo, por su parte los países africanos poseen materias primas, recursos naturales, minerales, petróleo, gas. Los contratos son prometedores para un continente atrasado en infraestructura, vías de comunicación y millones de personas sumidas en la extrema pobreza demandantes de trabajo, alternativas de subsistencia e ingreso.
 China le sabrá sacar provecho a las amplias necesidades de los africanos, convirtiéndose en el eje para las economías periféricas africanas en una fase de suministradores primarios e importadores de bienes secundarios igualmente faltantes en África.
SERPIENTES Y ESCALERAS
 De la retórica a la práctica, dos cumbres en el fin de semana pasado, en lugares distintos y distantes, con resultados diferentes dadas las múltiples condicionantes dentro de un contexto global.
 Pronunciamientos tibios en Iberoamérica, en cambio contratos y acuerdos negociados y firmados con metas establecidas en la sinoafricana.
 En el último caso China decidió avanzar con celeridad no detenerse a analizar si tal o cual gobernante africano comparte  o no su ideología; si tal  país reúne los requisitos democráticos; si fulanito tiene relaciones políticas con los estadounidenses o los árabes; o si los regimenes de Zimbabwe o Sudán violan los derechos humanos. Eso es un asunto de cada país y la diplomacia china ha decidido no meterse a normar las cuestiones internas de las naciones con las que entabla conversaciones, insisten en ser pragmáticos en los negocios, ahorrarse el tiempo y poner a funcionar el dinero.
 Del otro lado del globo,  nos preocupamos los mexicanos, los latinoamericanos, que hace quince años conservábamos una ventaja en términos de polo de atracción de inversiones, comercio, área para los negocios en comparación con China, India y por supuesto África.
 Como nos dormimos en los laureles y apostamos más por rasgarnos las vestiduras, China ya nos pasó, India está mejor calificada en las mesas de los analistas internacionales y África surge como el competidor de América Latina.  
 ¿Quiénes son los culpables? Nuestros queridos mandatarios de la región más ocupados en encontrar las diferencias entre sí, las distancias entre unos y otros, en vez de sentarse a firmar un acuerdo con un nombre concreto, con varias cifras, con fecha de inicio.  Nada más hace falta que África nos rebase.

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