El peligro iraní

Por: Isaac Biggio

El peligro iraní
 
En la guerra antiterrorista Bush ha logrado derrocar a dos de sus cuatro grandes enemigos islámicos (Talibanes y Hussein). A Khadaffi de Libia no lo han depuesto pero lo han ‘domesticado’ obligándolo a que reniegue de su anterior apoyo a acciones armadas en otros países y a que auto-desmantele su arsenal de armas de destrucción masiva.

Las iniciales victorias en Afganistán e Iraq fueron obligando a ‘moderarse’ también a Siria, Irán y la Autoridad Palestina. Las fuerzas chiítas ligadas a Irán se intregraron a las nuevas coaliciones gubernamentales que EEUU patrocinó en Kabul y Bagdad tras haberlas ocupado.

Sin embargo, en la medida que Londres y Washington se han venido atascando en Afanistán e Iraq, en Irán se fue gestando una corriente que buscaba dejar de seguir haciendo concesiones a Occidente. Esto es lo que expresa la victoria electoral de Mahmoud Ahmadinejad quien llega a la presidencia el 3 de Agosto del 2005.

El nuevo gobierno proclama dos tabúes ante EEUU: reiniciar la construcción de plantas de energía nuclear y llamar a la destrucción de Israel.

Sin embargo, Bush y Blair se sienten impotentes. No pueden lanzar una ofensiva militar contra Irán pues están empantanados en sus dos países vecinos laterales (Iraq y Afganistán), en donde, a su vez, requieren el apoyo iraní para hacer que las milicias chiítas estén de su lado y no de los insurrectos.

Irán, además, tiene una población, economía y armamento mayores a los que tuvo el Iraq de Hussein. Mientras Saddam contaba con fuertes oposiciones internas armadas (en el sur los chiítas de varias organizaciones y en el norte los kurdos del PDK y UPK), en Irán no actúan insurgencias significativas y el régimen tiene una base popular y electoral.

Su régimen no está aislado como el de Hussein. Rusia tiene buenas relaciones con éste y le ha colaborado en sus programas nucleares. Moscú, a su vez, ha cambiado mucho desde el 2001. Esta vez Putin se atreve a chocar con Bush pues su economía se ha ido levantando y, mas bien, quiere aprovecharse de ello para volver a ocupar posiciones diplomáticas que fue perdiendo ante Washington. Las buenas relaciones de Moscú con Teherán, Damasco y Hamas se dan de la mano de una contraofensiva para revertir las ‘revoluciones de color’ en Ucrania y Georgia alentando a líderes locales pro-rusos.

Mientras Libia sacó la lección que la mejor manera de evitar un ataque occidental era reamistarse con sus antiguos enemigos, Irán y Corea del Norte creen que la gran razón por la cual Bagdad cayó fue por que eliminó sus propias armas de destrucción masivas. De allí que ambos se hayan aprovechado la distracción norteamericana en Iraq y Afganistán para dotarse de armas más letales y plantas atómicas.

Para ellos la mejor manera de evitar una invasión norteamericana es, precisamente, haciendo lo que Washington no quiere: dotarse de armas de destrucción masivas.

La consolidación de un gobierno radical iraní fue seguida por el triunfo del Hamas en las elecciones palestinas de marzo y con la creación de una suerte de arco anti-israelí y anti-occidental que lo compondrían el premiertao palestino de Hamas, Hizbola y los prosirios en Líbano, Siria, los chiítas pro-Irán en Iraq y finalmente Irán.

El fortalecimiento internacional de Irán es algo que preocupa a EEUU. Rusia sabe utilizar ello para mejorar su capacidad de negociar con EEUU. En América Latina Washington ve como Venezuela se alía a Irán, arma un bloque con Bolivia y Cuba y trata de utilizar al Mercosur para crear un contrapeso a los Tratados de Libre Comercio con EEUU y llegar al Consejo de Seguridad en el 2007-09 para ofrecerse como el vocero de todos los Estados parios contra Bush.

¿Qué hacer ante Irán?

Como Bush sabe que no puede ir a una confrontación directa contra Irán trata de minar su influencia golpeando a Hamas y al Hezbola. Tras haber logrado que las tropas sirias se retiren de Líbano fomentando una ‘revolución de los cedros’, desde el 12 de Julio ha apuntalado la nueva ofensiva militar israelí contra el partido armado libanés pro-siria (Hizbola).

EEUU e Israel saben que es muy dificil destruir a Hizbola quien nació y creció organizando la resistencia anti-ocupación hebrea 1982-2000, y que, a su vez, la invasión israelí puede hacer que, más bien, éste crezca. También saben que Israel está perdiendo muchos puntos en la opinión pública mundial.

Sin embargo, esta ofensiva ayudará dar una señal a Siria e Irán para que se ‘controlen’ así como buscará crear en la zona sur de Líbano una zona sin Hizbola (de allí que Israel tanto llama a la población de dicha zona a que evacúe).

Lo más importante es que esta guerra ha incrementado la autoridad política del nuevo gobierno de Olmert quien cuenta con un 80% a 90% de resplado entre los hebreos. Esto es significativo para Olmert cuyo partido Kadima apenas obtuvo un tercio de los votos en las elecciones de Enero. En cierta manera, Olmert sigue la táctica de Bush de aprovechar un ataque ‘islámico’ para contrarrestar con una guerra externa que le levanta su popularidad.

Con ello buscará consolidar su gobierno y pasar a una ‘desconección’ de zonas de Cisjordania. Como Israel no busca un repliegue en base a un acuerdo con un socio, su retirada se dará en sus propios términos y luego de haber demostrado al rival que lo hace no como debilidad sino tra shaberle bombardeado con mucha dureza.

La idea de escalar la confrontación contra Irán es algo que está generando fisuras en la estrecha alianza Washington-Londres.Esto es algo que no aceptaba Jack Straw, el anterior jefe de la diplomacia de Blair, quien acaba de distanciarse de su gobierno al criticar la respuesta israelí en Líbano como ‘desproporcionada’.

El escritor Anatol Lieven, si bien comparte muchos aspectos de la política exterior norteamericana, alerta que se corre el peligro de empujar a Irán al bando opuesto cuando se torpedea su intento de crear un gasoducto hacia Pakistán y se llama al boicot a sus elecciones (en vez de aceptar que éstas, pese a sus limitaciones, pueden se rampliadas). Para él crear más frentes adversarios es algo que a la larga puede favorecer a Al Qaeda y debilitar a las fuerzas occidentales.

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