Agua, para la paz

Por la espiral
Claudia Luna Palencia

-Agua, para la paz
-Río Bravo: problema
-El mundo tiene sed

A lo largo de esta semana, la temática del agua, lo concerniente a los retos demográficos y la problemática por la falta del líquido, dominará buena parte de la agenda de los medios de comunicación y de los programas de análisis. No es para menos, la ciudad de México será la sede del IV Foro Mundial del Agua, del 16 al 22 de marzo.
Hay mucho que decir, poco por lo que cruzarse de brazos y  demasiado para alarmarse, máxime cuando el agua figura entre los detonadores de guerras e invasiones en este siglo.  No todo es asunto del petróleo.
En la actualidad puede parecernos ciencia ficción pensar en una invasión del ejército de Estados Unidos en la frontera con México para tomar Tamaulipas por un reclamo añejo de agua, derivado de la controversia por el río Bravo; para los estadounidenses, el río  Grande.  Usted lo dirá, es impensable. Yo le pregunto, ¿podemos afirmar, descartar,  que no puede suceder en las próximas décadas?
 Hace menos de veinte años parecía irreal el tener que pagar por beber agua purificada, ¿usted imaginó siquiera desembolsar en promedio un dólar por una botella de agua purificada de un litro y medio? Este precio es en el mejor de los casos, porque el costo en el mercado del  “agua para beber”, depende del país y de la región geográfica; desde luego, si es un agua de origen nacional o de importación. En algunos centros vacacionales en México una simple botella de un litro y medio puede costar hasta 7 dólares.
 De la calidad del agua purificada nos fiamos por la etiqueta, aunque la Procuraduría Federal del Consumidor (PROFECO) advierte que así como en el caso de las gasolinas, donde a los consumidores nos dan “gato por liebre”, en lo de las aguas puras nos sucede algo muy parecido. No son tan puras.
 Lo cierto es que, la escasez del vital líquido, ha incentivado un negocio redondo al derredor de empresas como: The Coca Cola Company (Ciel); Nestlé (Santa María); Pepsi Co (Electropura); Danone (Bonafont); entre muchas otras más y es que el mercado  es amplísimo y la demanda es constante, un aspecto entendible por la cualidad insustituible de este preciado bien.
La Asociación Nacional de Productores y Distribuidores de Agua Purificada (ANPDAPAC) señala que México ocupa el segundo lugar mundial en consumo per cápita de agua embotellada. Impresionante.
Las cifras del mercado en México serán actualizadas en la próxima convención de la ANPDAPAC a realizarse del 1 al 5 de agosto en Puerto Vallarta, Jalisco. Seguramente tendremos nuevas sorpresas.
A COLACIÓN
 El agua es fuente de vida y rastro de la historia. Tenemos que seguir la ruta de la humanidad con el afán de revalorar lo que muchos pueblos nómadas persiguieron incansablemente: el agua.
 Nosotros lo hemos hecho con mucho menos trabajo, todavía nos basta con abrir la llave del grifo para tocarla, para usarla, en nuestra cotidianeidad. Somos privilegiados quienes aún la tenemos, nuestros padres y abuelos la pudieron beber directamente de la llave, nosotros ya no, ni lo harán las actuales generaciones, ni las futuras.  Ellas seguirán pagando por el agua embotellada al precio que los empresarios decidan.
Hoy en día, el agua la tenemos del grifo para el uso del hogar y para el baño personal. Pero, me creería si en pleno 2006 le anticipo que en unos años más, con todo el dinero que usted tenga, quizá únicamente pueda disponer de dos horas de agua al día en su casa y con un costo altísimo.
Se imaginaría usted, llegar a un restaurante, a un hotel o a cualquier lugar público y tener que pagar dos dólares o quizá mucho más, por   lavarse las manos. En lo personal me ha tocado ver campañas en restaurantes en ciudades como Morelia, Michoacán, donde en los baños figuran anuncios que advierten: “Cuidado, no desperdicies el agua que el día de mañana pagarás por usar”; y aparece una ranura para echar cinco monedas de diez pesos.
 Por muchos años la campaña del “ya ciérrale” nos pareció exagerada. No hicimos nada como sociedad para concientizarnos para participar en ahorrar agua; ni para mantener los ríos, lagos y lagunas limpias; tampoco exigimos a los  gobernantes políticas públicas para crear la gran infraestructura hidráulica, presas y plantas de tratamiento de aguas residuales con el fin de evitar que la expansión de la mancha urbana (no sólo la del Distrito Federal sino la de muchas otras ciudades del centro y occidente) secara el maná hídrico del país. Sirven para ilustración, la Laguna de Cuitzeo y la crisis Lerma-Chapala.
 ¿Qué es lo que vamos a hacer para mitigar el futuro crítico que nos aguarda? Si aguardamos a la precipitación pluvial, los estados del norte del país estarán  condenados a una sequía y una tensión hídrica que pone además el acento de carácter bilateral: por el  Tratado de 1944, México debe pagar anualmente un monto mínimo garantizado de agua que no es reducido proporcionalmente en caso de intensa sequía.
 Al respecto, Gian Carlo Delgado, experto en agua y seguridad nacional,  señala que ese pago mexicano de agua puede hacerse en un ciclo de cinco  años de tolerancia, por lo que México, en este caso, no está obligado a pagar su adeudo. Delgado explica que en el caso del ciclo 25 (1992-1997), que venció en septiembre de 2002, ya estaban pagadas las cuotas correspondientes antes de que se firmara el Acta 307, mientras que en el del ciclo 26 ésas no se tienen que cubrir hasta 2007.
 Mientras tanto, por las presiones de Washington, el agua de Tamaulipas y la de Chihuahua, sirven para regar a Estados Unidos para beneficio de sus agricultores, mientras que en México se mueren las reses por falta de agua y  la producción agropecuaria sufre penurias.
GALIMATÍAS
 La palabra es tensión hídrica. Tendrá agua quién pueda pagarla.  Es una amenaza real para cualquier gobierno o país desarrollado o subdesarrollado.
Los retos son acuciantes: 31 países habitados por menos del 8% de la población mundial enfrentan un déficit crónico de agua dulce. Para el año 2025 se prevé que 48 países enfrentarán estos déficit que afectarán a más de dos mil 800 millones de habitantes. Esto es 35% de la población mundial proyectada, según conclusiones a las que el propio Banco Mundial ha llegado con la asesoría de Population Reports.
Un mundo con problemas de agua es un mundo, vulnerable e inestable. En los albores del siglo XXI una crisis de agua puede obstaculizar el mejoramiento de los niveles de vida y la salud en un número cada vez mayor de países e incluso plantea el riesgo de francos conflictos por el acceso a suministros escasos de agua dulce. 
¿Cómo vamos a resolver este dilema? ¿Es muy tarde para una Revolución Azul?
Agradezco sus comentarios a:claulunpalencia@yahoo.com

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